Anomalías congénitas graves

Anomalías congénitas graves

El 94% de las anomalías congénitas graves se producen en países de medios y bajos ingresos
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que cada año ocho millones de niños nacen
con algún tipo de defecto congénito grave. Alrededor de 303.000 recién nacidos fallecen
anualmente en sus primeras cuatro semanas de vida como consecuencia de estas anomalías
congénitas como son las malformaciones cardíacas, los defectos de tubo neural y el síndrome de
Down que son las más frecuentes. Las anomalías congénitas pueden tener un origen genético,
infeccioso o ambiental, pero los expertos de la OMS aseguran que en la mayoría de los casos
resulta una tarea complicada identificar la causa.


Los datos actualizados de los que se dispone hasta la fecha evidencian que las anomalías
congénitas se producen con más frecuencia en los países de bajos ingresos. Estas naciones
registran hasta el 94% de las anomalías congénitas graves.


¿A qué se deben estas malformaciones?


Estados en los que muchas mujeres carecen de acceso suficiente a alimentos nutritivos (la
carencia de folato aumenta el riesgo de defectos del tubo neural, el exceso de vitamina A puede
afectar al desarrollo normal del embrión y un déficit de yodo también se ha asociado como factor
de riesgo), y pueden estar expuestas a agentes y/o factores que inducen y/o aumentan la
incidencia de un desarrollo prenatal anormal, en especial el alcohol y las infecciones. En los países
con menos recursos infecciones maternas como la sífilis o la rubéola son una causa importante de
anomalías congénitas.


La edad de las madres también supone un factor de riesgo. Por ejemplo, aquellas mujeres que son
madres a edades avanzadas tienen un mayor riesgo de que sus hijos presenten alteraciones
cromosómicas como el síndrome de Down, mientras que el riesgo de determinadas anomalías
congénitas también es mayor en las madres más jóvenes.


La consanguineidad aumenta la prevalencia de las anomalías congénitas raras multiplicando casi
por dos el riesgo de muerte neonatal e infantil y discapacidad intelectual. Por supuesto la
exposición materna a determinados plaguicidas, productos químicos, ciertos medicamentos
(especialmente los psicoactivos), tabaco o radiación pueden incrementar el riesgo de que el feto o
el neonato sufra anomalías congénitas.


¿Cómo se puede prevenir?


En términos de prevención la OMS incide en que las medidas de salud pública preventivas que se
ofrecen a través de los servicios de atención médica (INFORMACION) pueden reducir la frecuencia
de algunas anomalías congénitas. Se requieren acciones orientadas a mejorar la dieta de las
mujeres en edad fértil (SUPLEMENTOS EN LA DIETA: ácido fólico, Vitamina A, Yodo), asegurar que
estas eliminan o restringen el consumo de sustancias nocivas, evitar su exposición ambiental a
sustancias peligrosas, mejorar la cobertura vacunal ante virus como el de la rubéola y aumentar y
fortalecer la formación de los profesionales sanitarios, entre otras medidas. Estas
recomendaciones, en combinación con la atención y realización de las pruebas pertinentes
(Diagnóstico Prenatal No invasivo) en los periodos preconceptivo, periconceptivo y neonatal, son
fundamentales.

La OMS recuerda que muchas anomalías congénitas estructurales pueden ser corregidas gracias a
la cirugía pediátrica. En otros casos como los niños con talasemia (un trastorno hematológico
hereditario recesivo), la drepanocitosis o el hipotiroidismo congénito (función tiroidea reducida)
se les pueden administrar tratamientos precozmente.


El 94% de las anomalías congénitas graves se producen en países de medios y bajos ingresos –
Fundación Quaes (fundacionquaes.org) .